miércoles, 27 de julio de 2011

cada 28 de julio

Casi son las siete. Aún hay tiempo para comprar las zapatillas dice papá. Mamá busca las más bonitas para la ocasión, las que queden mejor en sus pies para cuando yo llegue.
No es presumida pero prueba con unas blancas un poco cucas. No le favorecen. Mira a papá...hay que ser prácticos. Elige unas cómodas, azul cielo, de felpa, abiertas en la puntera. Nos vamos. Queremos ser puntuales.
Ya nos están esperando...en recepción. Todo está dispuesto.

Después de una serie de pruebas en las que cabe nombrar la asombrosa templanza de mamá, queda la habitación.

Todavía no quiero nacer; hace tres semanas que debí haber dado aviso y decidieron que ya era el momento.

Un ángel cuenta los minutos mientras mamá se remueve con sus 'molestias'.
Papá es paciente.
El otro ángel observa...escucha...espera

En el segundo intento todo parece que va para adelante.

Mamá no conjuga demasido bien mi nacimiento con las cuentas y estadísticas de los señores y las señoras que nos atienden.
¡Por favor, ya no más!. No más observaciones, no más estudios...sólo tener a su bebé.
El jefe de ginecología entiende y todo se pone en marcha.

Algo debió alarmarme porque derepente me subí muy arriba...casi hasta el corazón de mamá, me dice.

Dime qué necesito hacer e irá como la seda. No me déis gritos, habladme...Un respira hondo, un empuja, un ahora...Ninguna falta importó; lo hicimos genialmente.


Eran las tres y veinte de la mañana. Una personita tierna reposaba sobre mi tripa...Un gemido; sólo un gemido hizo falta para que mi corazón saltara de gozo y mis labios te reconociera. ¡Mi niño! dije.
Al instante, el jefe de ginecologia, con su mano en mi hombro me dijo: es una niña, enhorabuena.Como sin perder el hilo dije en el mismo tono ¡ay, mi niña!


¡Es una niña, Alfri! fueron mis palabras al verte entrar en la sala de recuperación. Toooda la sala para tí, nuestra niña y para mí. Te vi feliz.


Son las dos de la mañana. Mi niña duerme deseando despertarse. Hoy cumple diez años. Dentro de una hora y veinte minutos, cada año, se repetirá ese momento, esa imagen, ese inmenso amor.